Hasta hace un par de años era frecuente, cada poco tiempo, escuchar hablar de fondos de inversión relacionados con el fútbol. De hecho, algunas noticias sobre la propiedad de los derechos de futbolistas individuales relacionada con fondos de inversión, fue controvertida y en algunos casos llegó a los tribunales. De dos años para esta parte, previa la pandemia, parece que apenas escuchamos hablar de esta relación entre fondos de inversión y fútbol, pero, esto no significa ni mucho menos que no se siga dando.
Desde los primeros pasos de los inversores en los años 90, a través de las primeras maniobras realizadas fundamentalmente Reino Unido y que fueron inicialmente rechazadas de manera tajante, hasta nuestros días, la presencia de grupos inversores reunidos en fondos de capital riesgo, o directamente, en fondos gestores de inversión dedicada, es cada vez mayor.
En un paradigma que, aún no está suficientemente estudiado, la burbuja del fútbol no termina de pinchar incluso en un contexto de Leyes de saneamiento financiero. Esto se traduce en que, previo a la pandemia, los clubes cada vez gastan más, pero ganan lo mismo, o menos en ingresos directos, siendo cada vez en mayor medida los ingresos indirectos como la publicidad y la imagen una parte tan importante o más que los ingresos directos por taquilla, e incluso, poco a poco, por derechos de retransmisión.
Todo esto está llevando a un cambio de prototipo a la hora de entender la propiedad de un club de fútbol, y por extensión, la propiedad de los derechos de los futbolistas. La tendencia es que los clubes sean respaldados por entidades que, o bien, son grupos empresariales con capacidad de gestión, depresión, y conocimiento de mercado, o bien, y cada vez en mayor medida, son entidades que colocan su dinero buscando rentabilidad y optimizan el funcionamiento de los clubes a modo de empresa para obtener dicha rentabilidad.
Algunos clubes logran el equilibrio entre la búsqueda de rentabilidad a medio plazo y las necesidades deportivas, otros no.
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Rentabilidad. Así como cuando un grupo empresarial participa en un club de fútbol, aunque lo habitual es que sea la busca de rentabilidad lo interesante, el grupo puede considerar otros factores, factores de imagen, factores de posicionamiento, etc. Un fondo de inversión no.
El inversor para buscar aumentar su rentabilidad y su beneficio. Esto va más allá de los intereses deportivos de los clubes, que quedan supeditados a los intereses económicos, aunque pueden confluir. Es decir, obtener títulos, lograr acuerdos elevados de imagen y de derechos de retransmisión, obviamente son fruto del esfuerzo deportivo, pero se traduce en beneficios y rentabilidad para el inversor.
Durante el año 2020, y en plena pandemia, con los clubs realmente tocados en la economía, vimos movimientos realmente grandes pero que, curiosamente, pasaron desapercibidos. La entrada de grandes capitales en la liga francesa, por ejemplo y movimientos de fondos de inversión sobre la liga italiana. Esto no es ninguna casualidad. De hecho, aunque se hable poco, la presencia ahora mismo es superior y todo ello en un momento en el que el debate y, cuidado, incluso las posibles acciones futuras, se centra en la incompatibilidad que puede tener la inversión cruzada en la que los fondos participan en más de un club: donde, por ejemplo, puede interesar que un club vaya mejor que otro desde el punto de vista económico