Cuando analizamos cualquier producto financiero obviamente resulta más interesante, al menos situarnos en la perspectiva del lector, centrarnos en aquellos productos, en este caso fondos de inversión, que por un motivo u otro más destaquen en cada momento, bien sea por la rentabilidad que los fondos de inversiones pueden aportar o bien por la novedad en su composición o estrategias inversoras, sin embargo, no detenernos en aquellos productos que, en este caso, debido a la evolución de los mercados no atraviesen sus mejores momentos es un error de bulto ya que muchos casos se tratará de productos que evolucionan y que a medio o largo plazo podrán presentar resultados muy diferentes a los actuales.
Este es uno de los casos sin duda que se nos presenta cuando nos decidimos a retratar, por así decirlo, fondos de inversión ligados al Ibex 35.
Evidentemente no podemos negar la mayor, la evolución de este índice en los últimos cinco años es la que es y el usuario no tiene más que acudir a las referencias del histórico de nuestro mercado para hacerse una idea, sin embargo, la vida de los productos de inversión ligados a este índice como puede ser el caso del Fondo Naranja Ibex 35 tiene mucho más recorrido que el hecho de un resultado puntual, sobre todo, porque en este caso, la política inversora del producto como veremos le protege en cierto modo de la propia evolución del índice, algo que resulta patente si tenemos en cuenta por ejemplo los datos relativos al cierre del ejercicio del año 2011 donde mientras el Ibex 35 acumulado una pérdida del 8,82% el producto también presentaba una pérdida pero minimizada al 3,70%.
De entrada la propia entidad sigue defendiendo su producto como el fondo de bolsa española en el que participan mayor número de usuarios en todo el mercado nacional, nos encontramos ante un fondo que invierte directamente de manera diversificada en las 35 empresas que representan al índice Ibex.
La teoría de la evolución de la rentabilidad del fondo y de su protección, aún siendo obviamente un producto que aporta un riesgo inherente derivado de la participación directa en los mercados, se basa en el hecho de la compensación en las caídas y subidas de los diferentes valores que componen el índice, lo que a medio plazo obtiene en teoría un resultado más seguro que la apuesta en valores concretos cuyas caídas pueden directamente arrastrar y lastrar la evolución del producto.
Imagen 1 y 2: Images_of_Money flickr creative commons // tillwe flickr creative commons