Según un artículo del Wall Street Journal, los inversionistas de hoy están huyendo despavoridos de los mercados de capitales. Y no es para menos. Ellos están evaluando el colapso de las bolsas y la ola de escándalos y quiebras en Wall Street. Realmente esta no es la mejor carta de presentación para los que quieran invertir.
Una de las principales características de los prolongados declives bursátiles de los años 30 y 70 ha sido esta, y ha regresado: los inversionistas comunes y corrientes están perdiendo la fe en las acciones.
En los peores mercados bajistas del pasado, una gran cantidad de inversionistas particulares acumularon enormes pérdidas en sus carteras de inversión. La bancarrota de instituciones financieras otrora firmes y honorables mermó aún más la confianza en el sistema. El producto de esas crisis fue que muchos inversionistas desencantados se alejaron de la bolsa durante décadas.
Los inversionistas particulares constituyen para muchos la piedra angular del mercado. Es difícil precisar el porcentaje del mercado de valores en cuanto a cantidad de acciones que poseen, ya que generalmente las compran a través de fondos de inversión, planes de pensiones y otros vehículos. Pero una vez contabilizadas todo esto, es probable que los individuos sean dueños de la mitad de las acciones en circulación en Estados Unidos, según datos de la firma de investigación Birinyi Associates.
Esta desconfianza ya amenaza con frenar la recuperación de los mercados, lo que podría reducir las ganancias de las firmas financieras y dificultar los intentos de las empresas por levantar capital. Eso, a su vez, aplazaría el fin de la severa recesión que azota a EE.UU. desde el año pasado.
¿Y por casa como andamos? Es probable que en la misma situación. Para poner solo un ejemplo, el patrimonio de los fondos de inversión se reducen mes a mes, y la tendencia es que lo sigan haciendo.
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