En estos últimos meses, hemos visto como los fundamentos del capitalismo se ha visto duramente golpeados, principalmente por las “nacionalizaciones socialistas” de los bancos, pilares fundamentales de la economía occidental.
En este sentido, vimos como uno tras otro algunos bancos, tanto en Estados Unidos como en Europa, han sido estatizados o nacionalizados por los distintos países para evitar dolorosas y traumáticas bancarrotas.
Entidades centenarias han visto perder su independencia a raíz de las inyecciones de capital de los Gobiernos. ¿Por qué? Por la sencilla razón que dichas inyecciones de dinero fresco no fueron gratis, sino que se realizaron tomando como contrapartida acciones del banco o la empresa afectada.
En España, estos rescates se pueden realizar utilizando el Fondo de Afectación de Activos, un fondo creado justamente para salir a ayudar a entidades crediticias en problemas. Sin embargo, en nuestro país el sistema financiero es sólido y se rige por una normativa más estricta que en otros países más afectados, según comentan numerosos expertos, por lo que no se prevé que haya que inyectar capital en ningún banco.
¿Qué efectos puede traer la nacionalización de un banco? En un principio, los más afectados serían los pequeños accionistas, ya que el hecho de nacionalizar un banco implica la desaparición de los dividendos que se pueden cobrar. El Estado entraría como socio y de hecho los dividendos se reservarían y pasarían a aumentar el maltrecho capital del banco. Como ahorrador, el impacto debería ser inapreciable, ya que la entidad continúa funcionando de la misma manera que siempre.